Cae penosa
como probando el terreno,
la lágrima.
Una lágrima,
de una lágrima
pende mi existencia.
Subyugado en la penumbra,
busco la Luna,
que infantil alumbra,
los negros rizos de las nubes.
Las nubes,
visten de luto,
me acompañan en el llanto,
tras el entierro del pensamiento.
Explosión.
El vaso rebalsó
tras aquella última lagrima,
que se unió con pesadumbre,
a todas aquellas ya descansadas.