Cae penosa
como probando el terreno,
la lágrima.
Una lágrima,
de una lágrima
pende mi existencia.
Subyugado en la penumbra,
busco la Luna,
que infantil alumbra,
los negros rizos de las nubes.
Las nubes,
visten de luto,
me acompañan en el llanto,
tras el entierro del pensamiento.
Explosión.
El vaso rebalsó
tras aquella última lagrima,
que se unió con pesadumbre,
a todas aquellas ya descansadas.
Una vez mas en tus plegarias te levantas. Elevas tu mirada al cielo celeste y sus aves que lo sobrevuelan con esplendor, porque aún se presencia pureza y gentileza en algunos trabajos de hormiga. Revoluciones silenciosas bajo el manto de la Mater que a sus discípulos les presagia su caminar en un horizonte diáfano. Ella invita y nos proclama a actuar en su estandarte y a modo de aprendiz nos regocijará.
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